Hoy me he quedado tras la ventana observando como la lluvia cubría las calles. Las gotas caían de forma continua y ordenada sobre los charcos creando ondas perfectas.
Recordé como caen tus mechones rizados sobre tus ojos creando la ilusión de que te escondes tras ellos. Por un momento me perdí en mi imaginación y creí que si me giraba, rápidamente, tu estarías detrás.
Esperaba encontrarte apoyado en el umbral de la puerta sosteniendo un café ardiendo. No me gusta el café caliente porque me hace esperar para bebérmelo; al igual que no me gusta imaginarme esos momentos porque me dejan esperando a que pase el tiempo. Y nunca, nunca logro alcanzar las agujas del reloj y hacer que corran y corran hasta que por fin, el tiempo te ponga en el umbral de mi puerta.
Me gusta el calor, el sol y la playa. Pero de alguna forma me gusta quedarme contando las gotas de lluvia en el cristal, supongo que la lluvia me recuerda a ti. No se si por las lágrimas que hasta la fecha me has hecho derramar, o tal vez porque se que algún día en el reflejo del cristal no solo estaré yo. Y eso me reconforta por dentro.
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