Que no, que no quiero tus palabras. No quiero tus promesas ni esas sonrisas que intentas pintar en mi cara. No lo hagas, no valdrá de nada.
Porque, a veces, lo más duro es reconocer que has perdido y que, sólo con el más grande de los esfuerzos, podrás recuperar a la persona que amas. O, lo que es más importante, la que te ama.
No voy a sentarme a esperar...
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