Ayer la vi despertar; la mire mientras abría lentamente los ojos y sus pupilas se empequeñecían con la luz de la mañana. Vi en su cara, reflejada, la mirada que estaba buscando.
La vi comprender que no necesitaba soñar, descubrir, pensar, imaginar. Solo necesitaba abrir los ojos y ver lo que, hasta el momento no había podido ver.
Comprendí entonces todos los errores que había cometido; lo culpable que se sentía; el abismo oscuro y aterrador que la perseguía esperando verla caer. Entendí, que por mucho que volviese a caer, esos ojos serian su salvavidas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario