lunes, 5 de julio de 2010

Matt.

Cada lágrima que recorre mis mejillas me trae un recuerdo más, la felicidad y el anhelo de su sonrisa aceleran los latidos de mi corazón. Hoy me ha mirado, ha parado su
paso lento y se ha dirigido a mí. Dicen que cuando una puerta se cierra nunca se vuelve a abrir, ¿por qué? ¿por qué debo consolarme con un argumento tan absurdo y abstracto? Sigo teniendo esas llaves y puedo volver a entrar. Lo que no sé es si me han cambiado la cerradura.

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